La Fuerza Aérea de EE.UU. fue condenada a pagar más de 230 millones de dólares a los sobrevivientes y las familias de las víctimas de un tiroteo masivo que tuvo lugar en una iglesia de Texas en 2017 y tuvo un saldo de 26 víctimas mortales y 22 heridos.
Un juez federal de la ciudad de San Antonio dictaminó que la Fuerza Aérea era «responsable en un 60%» del ataque perpetrado por su exaviador Devin Patrick Kelley por no haber ingresado sus cargos previos de violencia doméstica en una base de datos utilizada para la verificación de antecedentes, factor que podría haber impedido que el atacante comprara legalmente el arma que utilizó en la masacre.
Devin Patrick Kelley entró armado con un rifle de asalto tipo RA a la iglesia First Baptist Church de Sutherland Springs y abrió fuego durante un servicio dominical. Kelley, que llevaba varias armas en su coche, murió aparentemente a causa de una herida de bala autoinfligida después de que dos hombres que escucharon los disparos empezaran a perseguirlo.