Un pie quemado pero todavía con tejido dio una pista clara: esta casa en ruinas junto a la frontera con Estados Unidos, con techos calcinados, impactos de bala y marcas de hachazos en el suelo había sido utilizada para hacer desaparecer personas hasta fechas recientes.
Después de casi seis meses de trabajo, los peritos no se atreven a estimar cuántas personas pudieron haber sido desaparecidas en este “sitio de exterminio” de Nuevo Laredo. En una pequeña habitación, la masa compactada de restos humanos y escombros llegaba a unos 50 centímetros de altura.
Todavía hay incontables trozos de huesos humanos esparcidos en los más de 7.000 metros cuadrados del árido rancho y alambres retorcidos que aparentemente fueron usados para atar a las víctimas.