El 3 de febrero de 1962, el presidente estadounidense John F. Kennedy firmaba un orden imponiendo «un embargo a todo el comercio con Cuba», según enseñan documentos compartidos por el Archivo de Seguridad Nacional del país norteamericano, con motivo de los 60 años del bloqueo.
Los documentos muestran claramente que la presión económica de Estados Unidos quería crear «penurias» y «desencanto» entre la población cubana y “provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno».
Sin embargo, ya 20 años después del inicio de las sanciones, un reporte de la CIA indicaba detalladamente que “no habían cumplido ninguno de sus objetivos”, explicando que las políticas habían sido «significativamente perjudiciales para el crecimiento y el desarrollo general de Cuba», pero que el embargo no había cumplido sus objetivos y que los costes políticos superaban sus beneficios.
En 1960 Cuba comenzó una ola de nacionalizaciones que afectó intereses estadounidenses por un valor de US$ 1.000 millones, incluyendo tierras y refinerías de azúcar en la isla.
En consecuencia, el entonces presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, estableció ese mismo año el primer embargo sobre la Cuba revolucionaria: prohibió las exportaciones de Estados Unidos a Cuba, excepto medicinas y algunos alimentos.